Dando la bienvenida al retorno del sol

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La noche de las Madres coincidía con una vieja celebración llamada Yule del viejo inglés jul o jol que significa “rueda”,  por una relación con la esfera solar. Esta fiesta ha sido celebrada desde la antigüedad marcando el solsticio de invierno. Como las noches se ponían más oscuras y largas, y los días más fríos y cortos, era importante que el Sol se sintiera atraído nuevamente por la Tierra.

La palabra solsticio significa » el sol se para», es un momento de pausa para reflexionar y evaluar sobre nuestras vidas, son ciclos interiores. Así como para sentir la conexión entre la tierra y el sol.

Hoy en día aun sigue siendo una costumbre en Irlanda y Noruega  tener velas encendidas  toda  la noche de Navidad en casa, no sólo para atraer de nuevo el sol, sino también para honrar a la Diosa virgen que le da nacimiento al dios sol.

Los celtas,  intimamente ligados a la naturaleza y sus ritmos, celebraban el solsticio de invierno con la festividad de Yule con el renacer del nuevo el dios sol  fruto de la unión entre la Diosa Madre y el dios Bel en Beltane. El  nuevo dios crecerá y se convertirá de nuevo en consorte de la diosa, para fecundar a la tierra, muriendo de nuevo en Samahin, con el fin de la cosecha y volviendo a renacer en Yule. Se ponen así de manifiesto los ciclos de la naturaleza y su perfección ,  el equilibrio entre luz y oscuridad, muerte y nacimiento, mostrándonos que  siempre hay un nuevo comienzo. El invierno no es tristeza o muerte, sino el  preludio de la primavera, del florecimiento de la vida en la tierra.
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En Yule, los celtas , quemaban durante 12 horas,  un tronco grande, normalmente de pino o roble y guardado desde el Yule anterior. El druida encargado de dirigir el ritual, seleccionaba cuidadosamente el tronco comunicándose con los árboles , para pedirles permiso y saber cual era el adecuado para ser el leño de Yule. Una vez elegido, se le tallaban símbolos referentes al renacimiento, lo masculino y el sol . Una vez decorado, se procedía al ritual de quemarlo durante 12 horas y a esparcir sus cenizas para fertilizar la tierra.
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Los antiguos celtas adornaban las casa, tanto por dentro como por fuera, con Hiedra, acebo y muérdago para protegerla y evitar visitas indeseadas.
Los colores empleados para los adornos eran el  rojo, como símbolo del nacimiento (por su asociación con la sangre del parto), y el verde, símbolo de la tierra.
Y  la estrella que simboliza con su pentagrama los 5 elementos, Ether, Aire, Fuego, Agua y Tierra, que crean el mundo.
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Yule y la Navidad cristiana
Cuando el solsticio del invierno terminaba y el sol del nuevo día asomaba marcaba el comienzo de un año nuevo y era el tiempo para pensar en las nuevas posibilidades para conseguir las cosas que en el año viejo no se habían alcanzado.

La mayoría de los símbolos asociados a la fiesta moderna de Noel derivan de las celebraciones paganas de Yule: el árbol de Noel, las coronas de muérdago o de acebo, las velas y luces…

El antropólogo inglés Wallis Budge afirmaba que la Navidad fue celebrada por primera vez como una fiesta religiosa hace 12.000 años.

Os deseamos que este Yule o Navidad sea una bonita pausa de descanso y reflexión para llenaros de luz en los próximos meses. Y si nuestras velas os acompañan en este solsticio del invierno que alumbren vuestros caminos con mucha dicha y abundancia.

¡Felices Fiestas a todos!

 

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